Escrito Por: Jesús Rodríguez
Son las 2 de la tarde en mi reloj. Hoy no sé qué día es exactamente y si no miro el reloj tampoco se la hora. Es extraño incluso que hoy mirara el reloj. Estoy tan acostumbrado a estar dentro de esta casa que ya se siente como un abrir y cerrar de ojos el trámite de la mañana a la noche. No recuerdo ni el día de la semana en que estamos. No, no me levanté de un coma o me dio amnesia. Los cuales no son cosas con que jugar, como decía mi abuelita. Pero es que así me siento en realidad. Mirar para afuera solo alarga mi amargura de tener que ver otro día pasar. Ha y no me vengan con que es porque soy vago. La casa se ha limpiado 3 veces por semana y hoy no toca. Además, el perro me está cogiendo cosa ya, se cansó de que lo sobara por 3 y 4 horas corridas. Es fuerte para mi perro también me paso demasiado tiempo con él y ya se tiene que haber cansado de mí. Señores han pasado 3 meses y yo sigo aquí. Ese reloj no está corriendo señores o yo me metí en la película está donde el día se repite todos los días. Es que para mí nunca ha dejado de ser domingo, siendo honesto ya no me gustan los domingos. La sensación de saber que mañana hay trabajo o clases desapareció y sigo aquí sobando al perro. Antes odiábamos el lunes, pero ahora odiamos los domingos. Yo sigo culpando al reloj ese tipo nos odia definitivamente. Las manecillas giran, pero el tiempo no pasa. Se perdió el propósito de ese aparato para nosotros. Llevamos 3 meses esperando que sea lunes (viernes) pero no, aquí seguimos en la espera que desespera.
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